Descripción y actividades
Tras la reconquista, varias órdenes religiosas -hospitalarios, franciscanos, mercedarios…- se instalan paralelos al asentamiento y crecimiento de la Villa, ocupando espacios cercanos al Duero y extramuros de la ciudad formando parte de la vida espiritual y artística de adnamantina. Así, formó parte de la vida adnamantina la influencia espiritual e importancia de aquéllos. Tras la desamortización, sólo quedó en pie en la calle que lleva su nombre, las ruinas del convento de La Merced.
Conserva fachada barroca, con puerta entre columnas coronada por frontón partido y el escudo de la Orden, cuyo deterioro progresivo fue impedido por una parcial obra de restauración en 1984.
De su interior, mantiene su primitiva iglesia de tres naves, de la cual solo se conserva la capilla mayor y el coro. Además, tras varias obras de restauración, se recuperó el claustro compuesto por doble piso, arcos de medio punto y fábrica de ladrillo. Así mismo, se adquirió un edificio anejo al convento y se ha embellecido su amplia entrada, procediendo a la pavimentación del entorno bajo la atenta mirada de un grupo de arqueólogos.
Está declarado Monumento Nacional; en esencia, porque entre sus muros vivió sus últimos días, murió y está sepultado el gran dramaturgo Fray Gabriel Téllez, Tirso de Molina (Madrid 1579 – Almazán 1648).
En la actualidad entre los muros de este antiguo convento se celebran, esencialmente, conciertos al aire libre de música instrumental y vocal, por parte de la Coral Polifónica de Almazán y de la Banda Municipal de Música, cine de verano y, en ocasiones, representaciones teatrales y operísticas, entre otros eventos culturales.